DON ADOLFO SUAREZ
Nacido en Cebreros (Ávila) en 1932, estudió
la carrera de Derecho en la Universidad Complutense de
Madrid, ocupando diversos cargos en la Administración
del Estado tras su licenciatura. Fue nombrado
sucesivamente gobernador civil de Segovia (1968-69), jefe
de la Sección Primera de Gobierno Civil de Avila,
procurador en Cortes por esta misma provincia, jefe del
gabinete técnico de la Vicesecretaria General del
Movimiento, director del Ente Radiotelevisión Española,
gobernador civil del Segovia, y vicesecretario y ministro
secretario general del Movimiento. Elegido en 1976
consejero nacional del Movimiento, fue nombrado
presidente del gobierno ese mismo año, contando con el
apoyo del Rey Don Juan Carlos para tomar todas aquellas
medidas que, dentro de la legalidad existente en esos
momentos, permitieran la andadura de España hacia una
monarquía democrática, comenzando con ello la
transición política. La Ley de la Reforma Política,
como el primer paso hacia la liberalización de las
instituciones, fue aprobada por referendum en diciembre
de 1976.
Junto a ella, la amnistía para delitos políticos y la legalización de los partidos, aceleraron un cambio político que, nacido de las propias instituciones franquistas, daba paso a la celebración de unas elecciones en las que Adolfo Suárez se presentó como numero uno en las listas de una coalición que el mismo había fundado: Unión de Centro Democrático. El triunfo de UCD en esas elecciones y en las siguientes, le mantuvo en el poder como presidente del Gobierno hasta 1981, año en que dimitió al ver debilitada la posición política y la cohesión interna de su partido en las Cortes. En 1982 abandonó UCD, creando un nuevo grupo político, Centro Democrático y Social, con el que obtuvo el acta de diputado en 1982 y 1986. Considerado como tercera fuerza política en España, el CDS fue perdiendo apoyo a finales de los años 80 y principios de los 90. Su retirada de la política activa en 1991 a causa de la debilidad de su partido y por razones familiares y personales, le mantienen alejado de las instituciones del Estado, permitiéndole en cambio el desempeño de su carrera en la abogacía. En septiembre de 1996 le fue otorgado el premio Príncipe de Asturias a la Concordia, por unanimidad de los 18 miembros del jurado y como reconocimiento a su labor política durante la transición española, valorándose también así su importante aportación personal a la convivencia democrática en España.